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El origen de la pandemia

Los coronavirus son un grupo diverso de virus presentes en mamíferos. Por lo que sabemos, el mercado de Huanan en la ciudad china de Wuhan fue el origen geográfico del SARS-CoV-2. En estos meses de pandemia, son muchas las interrogantes que han quedado abiertas; mientras los ojos del mundo se han fijado en murciélagos y pangolines, los expertos han encontrado respuestas y proyectan el futuro.

Por Paulina Hernández / phernandezj@udec.cl
/ Fotografías: Fulgencio Lisón

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Una zoonosis es una enfermedad que se manifiesta en la población humana producto de un patógeno comúnmente presente en animales domésticos o silvestres. La mayor parte son enfermedades enzoóticas, es decir, que se mantienen estables dentro de las poblaciones de animales silvestres.

Los coronavirus son un grupo diverso de virus presentes en los mamíferos. Actualmente, cerca de siete coronavirus infectan a la población humana. De ellos, sólo tres causan enfermedades severas: el SARS-CoV, el MERS-CoV y el SARS-Cov-2.

“Para entender el potencial origen zoonótico de este virus, es necesario comprender cómo el virus se comunica con las células humanas y luego las infecta. Esto lo hace a partir de una estructura de su superficie denominada “spike” o espina. La espina del SARS-CoV-2 tiene dos características relevantes: 1) un sitio para unirse a la célula humana y 2) otro sitio que le otorga patogenicidad”, explica el académico del Departamento de Zoología de la Facultad de Ciencias Naturales y Oceanográficas y director de Mammalogy Lab, Dr. Enrique Rodríguez.

“Según un estudio reciente, el SARS-CoV-2 presenta un 96% de similitud genética con el coronavirus del murciélago Rhinolophus affinis y un poco menos con el coronavirus del pangolín malayo Manis javanica. Notablemente, este último tiene la capacidad de unirse a células humanas. Entonces, es muy probable que la forma ancestral del virus que hoy está infectando a la población humana del planeta sea el del pangolín”, agregó.

Sin embargo, el Dr. Rodríguez explica que el virus original sufrió un fuerte proceso de selección natural en los organismos de las primeras personas infectadas para convertirse en SARS-CoV-2, incluyendo adaptaciones que le confieren patogenicidad en humanos, gatos, hurones y otras especies. Esta adaptación “imperfecta” es evidencia muy potente para descartar cualquier origen artificial.

Así, se puede afirmar que el origen del SARS-CoV-2 es zoonótico. Sin embargo, el virus no es una zoonosis propiamente tal por ser marcadamente diferente a su especie ancestral que infecta a los pangolines, ya que tomó su forma final en la población humana inicialmente infectada.

Para el académico del Departamento de Zoología y director del Laboratorio de Ecología y Conservación de Fauna Salvaje, Dr. Fulgencio Lisón, estos coronavirus forman parte de la fauna de murciélagos desde hace mucho tiempo y la incidencia de ellos es bastante baja (menos del 7% de los murciélagos capturados tenían coronavirus).

“En el mismo estudio mencionado, es cierto que la actual COVID-19 tiene parecido con una única especie de murciélago Rhinolophus affinis mientras que apenas tiene coincidencia con el resto de coronavirus de murciélagos. Algunos investigadores apuntan a que el virus pasó de los murciélagos a un hospedador intermediario, donde recombinó con otros coronavirus (la parte “espina” es muy parecida al pangolín, pero en nada a los murciélagos) y salió un híbrido que es el actual SARS-CoV-2.

En el año 2007, se estableció que en el sur de China podría haber un brote epidémico de Síndrome Respiratorio Severo por coronavirus debido al cautiverio y consumo de animales silvestres. Asimismo, desde mediados del siglo XX tenemos claro que la alteración de los ecosistemas trae como consecuencia cambios muy relevantes en la densidad y actividad de especies silvestres que pueden implicar mayor interacción con la población humana. “Frente a estos antecedentes no se explica de otra forma la actual pandemia, sino que a través de la profunda negligencia que han tenido las clases dirigentes de las naciones más poderosas y, por extensión las nuestras, al no utilizar el conocimiento científico disponible para la implementación de políticas basadas en evidencia que modifiquen conductas humanas autodestructivas. Como corolario, se debe garantizar financiamiento y estimular el desarrollo de investigaciones que apunten a la predicción de eventos como esta crisis sanitaria, en conjunto con profundas modificaciones de políticas actuales de intervención de los sistemas naturales”, asegura el Dr. Enrique Rodríguez.

Más información:
Dr. Enrique Rodriguez Serrano, enrodriguez@udec.cl;
Dr. Fulgencio Lisón Gil, flison@udec.cl

Last modified: 12 de agosto de 2021
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