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Cara a cara con el SARS-CoV-2

Han debido salir del anonimato en el que habitualmente viven los científicos, para integrarse voluntariamente a la red de laboratorios de diagnóstico universitario que apoya el trabajo del sistema público de salud en medio de la pandemia. Son hombres y mujeres del laboratorio de diagnóstico de la Facultad de Farmacia, dedicados a realizar los exámenes de PCR para detectar casos positivos de COVID-19, una tarea fundamental para el control de la crisis. Estos son sus relatos.

Por Fabiola Valdebenito / favaldebenito@udec.cl
/ Fotografías: Gentileza Laboratorio de Farmacia
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Apenas se observan algunas almas deambulantes por el campus Concepción de la casa de Enrique Molina. El avance de la pandemia de COVID-19 ha convertido el inicio del año académico 2020 en una experiencia única en la centenaria historia de la Universidad de Concepción, promoviendo un aprendizaje a distancia que, por estos días, mantiene silentes las aulas.

Cerca de las ocho de la mañana, el acelerado paso de Bárbara Alarcón caminando por la nave central de la UdeC hacia el Campanil, quiebra esta bulliciosa quietud. Como cada día desde el 23 de marzo, la candidata a doctor en Ciencias y Tecnología Analítica llega hasta la Facultad de Farmacia para desarrollar la tarea que, de forma voluntaria, asumió junto a otros dos compañeros de programa y a seis académicos del Departamento de Bioquímica Clínica e Inmunología.

Conformaron así un equipo de profesionales que se sumó al llamado del Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación (Mincyt) para incorporarse a la red de laboratorios universitarios de diagnóstico, optando por asumir una importante responsabilidad en medio de esta crisis sanitaria inédita y transformar sus años de formación profesional en un aporte real, concreto. Que protege vidas.

Tomar la decisión de asumir una tarea que la pone cara a cara frente al peligroso SARS-CoV-2, no fue fácil para Bárbara. Tras una conversación con su marido, quien la alentó e insistió en que “el compromiso era de ambos”; la profesional se incorporó al equipo del Laboratorio de Diagnóstico Molecular y Proteómica UdeC-Omics que, hasta hoy, ha permitido aportar al sistema público de salud con más de tres mil exámenes.

Ingresar al laboratorio, emplazado en el segundo piso de la Facultad de Farmacia, exige el cumplimiento de un riguroso procedimiento orientado a minimizar el riesgo de infección: Una bodega que otrora servía para almacenar reactivos, se utiliza ahora como camarín para que los voluntarios se cambien de ropa y se vistan con una tenida exclusiva para este trabajo, que incluye botas desechables y delantal blanco.

Al ingresar, unas flechas azules dibujadas en el piso indican el recorrido específico a seguir para disminuir la amenaza de diseminar una posible infección. Como si siguiera el camino a Oz, Bárbara avanza hacia el lavamanos y luego, a la izquierda, al lugar donde completa su armadura: bata, mascarilla N95, doble guante, una cofia y antiparras.

Lista para comenzar su tarea, observa una pequeña caja de plumavit que reposa inquieta sobre el mesón central de esta sala. Contiene los hisopados con las muestras de decenas de personas que requieren de forma urgente una respuesta, un positivo o un negativo que puede significar el inicio de una lucha por la supervivencia.

TESTEO, TESTEO Y MÁS TESTEO

La aplicación masiva de tests para identificar la presencia del virus SARS-CoV-2 ha sido una herramienta fundamental para el control de la pandemia de COVID-19. Por ello, el decano de la Facultad de Farmacia, Dr. Ricardo Godoy se manifiesta orgulloso de que un equipo científico de la Facultad que dirige, fuera uno de los primeros en responder al llamado del Mincyt para reconvertir laboratorios universitarios en centros de diagnóstico.

Según indicó la autoridad, el funcionamiento del Laboratorio de Diagnóstico es el resultado de una exitosa triada entre lo público, lo privado y la academia, que ha permitido sumar al sistema público equipamiento proveniente de la empresa privada, gracias a diversas gestiones realizadas por los propios docentes, liderados por los doctores Liliana Lamperti y Claudio Aguayo. De esta forma, se logró incorporar a la tarea de apoyo diagnóstico un robot de extracción para ARN proporcionado por la empresa BioForest de la Celulosa Arauco y un equipo de análisis de PCR en tiempo real donado por la empresa de alimentos acuícolas Cargill.

Desde el mundo público, este trabajo ha sido reconocido con la entrega de la certificación por parte del Instituto de Salud Pública, resolución que permite al Laboratorio de Diagnóstico funcionar bajo la tutela del Servicio de Salud Concepción para apoyar a la red asistencial por el tiempo que dure esta crisis.

AGOBIADOS POR EL CALOR DEL TRAJE

“Si bien en nuestra formación nos enseñan a trabajar con patógenos, ninguna profesión está preparada para lo que es esta pandemia”, asegura el Doctor en Ciencias Biológicas y docente de la Facultad de Farmacia, Enrique Guzmán.

Trabaja como voluntario en el Laboratorio de Diagnóstico desde hace casi dos meses y conoce perfectamente el riesgo de estar todos los días cara a cara con un virus extremadamente contagioso y letal. Por eso el temor a infectarse y, de paso, a su familia, “hay aprehensiones, pero si tengo la capacidad de ayudar no puedo hacer la vista gorda”, aseguró.

El símbolo amarillo de “riesgo biológico” identifica la entrada del Laboratorio de Diagnóstico, recinto construido en 2017 con un grado de bioseguridad Nivel 3, apto para trabajar con agentes patógenos que puedan causar infecciones serias o potencialmente mortales. Provisto de su armadura de plástico, el Dr. Enrique Guzmán está listo para ingresar a una de las dos áreas de trabajo en las que se realiza la extracción del ARN viral, paso previo para la amplificación en PCR.

A través de una pequeña ventana situada en la pared que colinda con el área donde se inactiva el virus, el científico recibe la gradilla con microtubos. Por las próximas horas estará fusionado a una cabina de seguridad biológica Clase 2, un cubículo de no más de 80 centímetros de ancho que lo obliga a estar en una incómoda posición, agachado y con escasa ventilación, que lo hace sudar intensamente. “Podemos demorar una hora y media en procesar 25 muestras, tiempo en el que estamos agobiados por el calor que provoca este traje de plástico. A eso se suma la mascarilla N 95 que produce cierta sensación de ahogo”, comenta.

Purificadas ya las muestras, son ordenadas nuevamente en la gradilla. El pequeño contenedor de plumavit, frágil y aparentemente inofensivo, es regresado a la sala colindante. La tarea del día ha terminado, con un sabor agridulce. Algunos de esos tubos arrojarán positivo para COVID–19 y es ahí donde un número de rotulación adquiere rostro humano.

“Como equipo nos hemos puesto tanto la camiseta por los pacientes que se ha generado un ambiente súper lindo de dar lo mejor de nosotros por la gente”, comenta mientras toma su mochila y emprende el regreso hacia los suyos, atravesando una –por ahora– solitaria UdeC.

Mas información: 
Enrique Guzmán: eguzman@udec.cl;
Ricardo Godoy: rgodoy@udec.cl

Last modified: 19 de agosto de 2021
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