Por: Soledad Toledo Cabrera, periodista VRID UdeC/ lucabrer@udec.cl
Imágenes: Gentileza Eduardo Peña Fernández
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“Soy aficionado a las aves. Y afortunadamente, mi esposa me acompaña cuando recorro la región”, cuenta el Dr. Eduardo Peña Fernández, vicedecano de la Facultad de Ciencias Forestales. Esos paseos entre Maule y La Araucanía, le han permitido observar cambios en los bosques, señales que reconoce con preocupación. Es evidente que llueve menos. Pero, para el bosque mediterráneo, eso no debería ser motivo de alarma. Y, sin embargo, ahí está, cada vez menos verde.
“El bosque mediterráneo es de un ambiente relativamente seco. ¿Por qué razón? Porque tolera bien los 3 o 5 meses del año en que no llueve. Es un bosque que tiene la capacidad de resistir ese estrés hídrico, gracias a que desarrolla raíces que alcanzan profundidad y así se abastece de agua en el verano”, explica.
En los últimos años ha llovido casi a índices normales, ¿por qué se sigue secando el bosque?
“Puede que llueva lo mismo que en el pasado, pero esa lluvia está precipitando en forma muy intensa en junio, julio y agosto, y el suelo no tiene capacidad de infiltrar y retener esa agua. Escurre, inunda. En cambio, cuando comenzaba a llover en abril, esa precipitación pausada en el tiempo alcanzaba a abastecer las napas freáticas, que cada año están más secas y a mayor profundidad. Entonces, si las plantas no se pueden abastecer de agua subterránea en el verano, el bosque muere.
Hay otro factor importante, la temperatura. Cuando la temperatura es más alta, las especies empiezan a gastar más agua en transpiración. Por ejemplo, en pleno verano una hectárea de bosque adulto puede transpirar 10 toneladas de agua y ahora está llegando a 20 toneladas al día. Es una cantidad impresionante. Hay zonas donde ya se observa el pardeamiento del bosque, o la mortalidad del follaje”.
La sequía también nos obliga a extraer más agua subterránea, ¿cómo afecta esto al bosque?
“Me imagino que habrá escuchado que hay zonas donde los pozos se están haciendo a 60 o 70 metros porque a esa profundidad está el agua disponible. Las raíces de los árboles no llegan a esa profundidad. El bosque mediterráneo es el que está sufriendo más el cambio climático, pero también es afectado por el uso que se le da al agua en la agricultura o para las parcelas de agrado que han sido tan prósperas últimamente.”
¿Por qué las parcelas de agrado podrían dañar al bosque?
“Las parcelas de agrado se ven inofensivas, pero causan tres problemas. Demandan más agua, en la mayoría de los casos a partir de pozos. Hay más personas y a medida que hay más actividades, significa más riesgo de incendio. En caso de incendio, la prioridad es proteger las viviendas, no el bosque. Y, finalmente, instalar una parcela obliga a manipular la tierra; muchas veces están en zonas de pendientes, para instalar la casa se corta el cerro, se bota tierra a la zona más baja, viene el problema de erosión, y en invierno, las inundaciones. Yo anduve en estos días en la zona de Rafael, por el interior. Es impresionante, está todo lleno de parcelas y con mucho daño en el suelo.”

El agua pinta el paisaje
El Dr. Peña explica que la diversidad de bosques presentes en Chile depende de la cantidad de agua disponible a lo largo de la geografía. Los bosques de Valdivia, con lluvias casi todo el año y suelos con capacidad para retener agua, son densos, de árboles altos, con un sotobosque selvático. La diversidad de especies también es mayor: laurel, tepa, canelo, olivillo, entre otros. Más al sur, en cambio, el suelo más joven y poco profundo, compactado por la última glaciación, no permite acumular agua. “Por ejemplo, entre Puerto Montt y Chiloé, por sus suelos delgados, bastan pocos meses sin lluvia para que el bosque sufra estrés hídrico. Puede parecer extraño para una zona donde la lluvia es frecuente, pero si se revisa la prensa se verá que se habla de sequía en Chiloé cuando no llueve entre diciembre y enero”, explica el académico.
¿Y qué pasa con las plantaciones? ¿Cómo responden al cambio climático?
“Se supone que el bosque nativo debiera responder mejor porque, al no estar intervenido, tiene años de formación de suelo orgánico. Las hojas que caen forman materia que retienen lluvias con mayor efectividad. En cambio, las plantaciones se están interviniendo cada 10 o 12 años, en el caso del eucalipto, y no se alcanza a recuperar la materia orgánica.
Las plantaciones de pino demoran 25 años, y tengo que darles un mérito, porque cuando se plantan donde no había vegetación, de todo lo que produce mientras está en crecimiento, entre el 15% y el 20% lo producen las raíces. Cuando se cosecha, esas raíces se transforman en materia orgánica y se crean canalículos donde pueden mejorar la infiltración. Ese es un efecto positivo en las plantaciones de pinos, pero definitivamente, lo mejor si uno quiere tener una estabilidad hídrica, dada las condiciones actuales que precipitan intensa en corto tiempo, es tener bosque nativo con suelo muy profundo.”
¿Cómo podemos proteger nuestros bosques?
“Creo que a largo plazo deberían construirse muchos pequeños tranques en la zona mediterránea, para acumular agua. Así ocurrirá la infiltración de ella al suelo, aportará más humedad al ambiente y será favorable como hábitat para la fauna de humedales. Antes en nuestra región no lo necesitábamos, porque el suelo retenía el agua, pero ahora hay que hacerlo: el mejor ejemplo es ver cómo ha cambiado el río Andalién, que en algunos veranos se ha transformado en un pequeño hilo de agua, porque sus vertientes ya no tienen la abundancia del pasado.
Debemos también aprender a vivir con menos agua, regular que no se use el agua potable para regar jardines o lavar el auto, sino que crear sistemas de aguas grises, o aguas recicladas para esos usos.
Last modified: 29 de agosto de 2025