Por Alejandro Baño Oyarce / abagno@dgeo.udec.cl
/ Fotografías y gráficas: Gentileza Dr. Marcos Moreno
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No es riesgoso decir que una mayoría de la población chilena sabe que casi todos los terremotos más grandes y conocidos se producen por la convergencia de dos placas tectónicas; una de las cuales, la oceánica, se mete por debajo o subducta a la otra, la continental. La primera, Placa de Nazca, se mueve unos siete centímetros al año en dirección Este, o sea, desde el océano hacia la Placa Sudamericana. Hasta ahí, todo bien.
Sin embargo, recientemente hemos sabido que, al parecer, pequeñas variaciones u oscilaciones se producen en sentido contrario a este movimiento principal antes de algunos terremotos; lo que sí parece ser más riesgoso de decir. Pero si hay datos que lo confirmen, obtenidos por instrumental preciso, eso parece posible.
SUBDUCCIÓN Y SISMO
Ya se sabe desde hace algunas décadas que al subductar una placa bajo la otra, ambas se traban y comienzan a moverse juntas hacia el Este, en el caso de Chile. Este choque acumula energía en la parte más superficial del contacto entre las placas (hasta 50 a 60 kilómetros de profundidad), donde se producen los terremotos más grandes en la Tierra. Y el gran sismo ocurre cuando este trabamiento termina con la ruptura abrupta de esta falla, generando el rápido movimiento de la placa superior o sudamericana hacia el Oeste, o sea, en dirección al mar. Y todo este proceso es posible de observar a través de instrumentos de posición satelital y con sismógrafos.
En eso estaba un grupo de científicos cuando, analizando datos anteriores a los terremotos de 2010 en Chile y 2011 en Japón, se dieron cuenta de que meses antes de que estos sismos ocurrieran se detectaron oscilaciones anormales en la dirección de movimiento, entre 4 a 8 milímetros hacia el Oeste en el caso sudamericano. Es decir, al parecer existen oscilaciones en la velocidad de descenso de las placas por cambios de la propiedades de sus rocas en mayor profundidad, lo que acelera la caída y aumenta los esfuerzos físicos en la zona más superficial del contacto antes de grandes terremotos.
Lo más extraño fue que ambos terremotos ocurrieron luego de una segunda oscilación. Analizaron y evaluaron posibles causas para explicar estos movimientos, hasta comprobar que sí: estos cambios están relacionados a la interacción entre procesos a distintas profundidades, lo que se conoce como “terremoto lento”. Y lo más novedoso es que, en ambos casos, pero también en otros sismos en Chile y el mundo, se produjeron meses antes de terremotos normales, en su concepción tradicional.
Sobre estos análisis se acaba de publicar un artículo científico en la prestigiosa revista “Nature”, producto del trabajo de un grupo de científicos entre los que está el Dr. Marcos Moreno Switt, geólogo investigador del Departamento de Geofísica de la Universidad de Concepción, quien desde antes del terremoto de 2010 investiga los mecanismos que podrían estar indicando movimientos previos a grandes terremotos. Lideró el paper Jon Bedford, quien fue el primer estudiante de doctorado de Moreno en Alemania.
¿O sea que cada vez que hay un terremoto se produce este proceso? No se sabe y eso es lo que se debe estudiar, como también la posibilidad de que el proceso ocurra y no genere un terremoto. “Aunque aún estamos lejos de predecir un terremoto, la observación de estas señales sí es un paso en la detección de los procesos anteriores”, precisó Marcos Moreno, quien ahora lidera una nueva investigación Anillo denominada “Precursor”, con la que continuarán analizando información de observaciones previas de grandes sismos e instalarán instrumental en el norte chileno para ver si logran captar señales que confirmen o descarten las hipótesis señaladas.
Más información:
marcosmoreno@udec.cl