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¿Qué está matando a nuestras araucarias?

En 2016 comenzaron a sonar las alarmas: un número creciente de araucarias comenzaban a aparecer muertas o bien con severos daños, que comenzaban en las ramas bajas y medias y se extendían a todo el individuo. El fenómeno comenzó a ser estudiado por investigadores de la Facultad de Ciencias Forestales UdeC, quienes plantean algunas posibles causas

Por Iván Tobar Bocaz, Vicerrectoría de Investigación y Desarrollo / vrid@udec.cl | Imágenes: Gentileza Facultad de Ciencias Forestales UdeC

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Bosques de araucarias en la Cordillera de Los Andes, tanto en Chile como en Argentina, así como en la Cordillera de Nahuelbuta, comenzaron a aparecer cada vez con más ejemplares muertos o enfermos. Sus ramas bajas o de la zona media se tornaban cloróticas (perdían el color verde) y morían, síntoma que se repetía en las ramas próximas expandiéndose por todo el individuo, hasta provocar su muerte. 

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Buscando las posibles causas de la mortalidad de esta especie nativa, investigadores de la Facultad de Ciencias Forestales de la Universidad de Concepción, liderados por el Dr. Eugenio Sanfuentes Von Stowasser, iniciaron estudios en la zona de Trongol Alto. En una primera etapa, lograron determinar la presencia de hongos y oomicetos en ramas, follaje y raíces de los árboles. 

El científico explica: “La hipótesis que sustentamos es que estos microorganismos se han beneficiado por factores de estrés que afectan severamente a los árboles, provocando un deterioro fisiológico y una menor capacidad de defensa; por ejemplo, con temperaturas más altas que las normales”. Esto, dado que algunos patógenos pueden provocar un daño mayor a la araucaria ya que ven favorecidas las condiciones para su sobrevivencia y reproducción. 

El profesor Sanfuentes, también Decano de la Facultad, indicó que han realizado un seguimiento durante tres años y medio en la cordillera, lo que permitió determinar que los peaks de avance de los síntomas de muerte de copas de los árboles ocurren en la temporada de verano. Cuando se comenzó a detectar el problema, en 2016, se pensó que se trataba de una nueva especie de patógeno que había ingresado al territorio nacional. “Pero las evidencias obtenidas hasta ahora indicarían que este no sería el caso, y que el fenómeno tendría una mayor relación con los significativos cambios que se han producido en el clima”.

Poca agua, mucho calor: los detonantes

El decano comentó que, cuando fueron contactados por la Municipalidad de Curanilahue, los lugareños comentaban que la condición de sequía no era reciente. “Se calcula que desde 1998 no cae nieve, y ellos habían percibido que el problema de la muerte de las araucarias llevaba al menos cinco años antes de la detección oficial”.

Toda esta información les ha permitido “ir dando mayor sustento a la hipótesis de se trataría de un problema cuyo origen basal es abiótico, relacionado con el cambio climático, sumado a efectos temporales como “El Niño” o “La Niña”; que junto a la acción de ciertos patógenos y plagas de insectos, convergen en este cuadro de muerte de ramas, de copas y mortalidad de árboles de araucarias”.

El especialista indica que “otro factor que está muy asociado a esta muerte de araucarias es el suelo delgado y pedregoso, que acumula poca agua y, por lo tanto, se va agravando el problema del déficit hídrico, comparado con lo observado en suelos más profundos, donde la severidad del problema es menor, condición que se observa en localidades de Trongol Alto, en la Cordillera de Nahuelbuta. Este comportamiento es acorde a la explicación de que se trata de un problema fundamentalmente abiótico y secundariamente patogénico”.

Este trabajo de epidemiología de un problema que afecta al bosque nativo es pionero en Chile. “Es importante realizar un seguimiento del avance en el tiempo del problema, durante más de tres años”, enfatizó Sanfuentes, “El estudio es un tema novedoso y que fue posible gracias a recursos del Estado, a través del programa Fondecyt (1191382), lo que hubiese sido más difícil de lograr con recursos de privados; por ejemplo, por la cantidad de tiempo que se requería para llegar a estas primeras observaciones”.

El desafío que se abre a partir de estos resultados es extender este análisis a otras especies de bosque nativo, como coihue y ciprés de cordillera, que también presentan mortalidad en diferentes localidades del país. Otra pregunta que surge tiene que ver con que, una vez detectada la problemática, se debe definir cómo enfrentarla. El especialista señala: “regar las araucarias es imposible en la práctica”. Por ello, se requiere tomar otras medidas específicas, para evitar la proliferación de patógenos como el Phytophthora cinnamomi, microorganismo muy peligroso que está destruyendo bosques nativos en Australia. Sanfuentes recomienda implementar estrategias de exclusión, aislar los lugares en que se detecta la presencia de estos patógenos de suelo, cerrar o limitar el acceso a los lugares afectados y, de este modo, evitar la diseminación de patógenos hacia otros lugares.

Last modified: 27 de septiembre de 2024
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