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El quijote de la innovación en el Biobío

Alex Berg Gebert entregó en noviembre de 2024 el testimonio del centro que fundó y lideró desde 1996.

Pionero en Chile, director por casi tres décadas del Centro de Excelencia UDT, convencido impulsor de la bioeconomía en Chile, e innovador en el escalamiento de procesos, creación de biomateriales y economía circular, el Dr. Alex Berg Gebert entregó en noviembre de 2024 el testimonio del centro que fundó y lideró desde 1996. 

Por: Soledad Toledo Cabrera, periodista Vicerrectoría Investigación y Desarrollo lucabrer@udec.cl | Imágenes: Archivo VRID UdeC

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“Todo partió como un sueño… un sueño no muy bien definido, una inquietud”. Entrecerrando los ojos, el Dr. Alex Berg Gebert revive en su oficina los primeros pasos de la Unidad de Desarrollo Tecnológico (UDT), centro que fundó y lideró durante 30 años. La UDT, única en su tipo en Chile, nació gracias a la experiencia del Dr. Berg en Alemania, donde realizó sus estudios de postgrado y se especializó en tecnología química de la madera, obteniendo el doctorado en la Universidad de Hamburgo en 1987. Luego de trabajar en el consorcio Kunz Holding GmbH & Co. KG, como jefe de proyecto en la planta de producción de pulpa, fue visitado por el investigador UdeC, Dr. Jaime Baeza Hernández (q.e.p.d), quien le propuso crear un centro de similares características en la región. 

“Jaime era un soñador innato”, recuerda el Dr. Berg. “Imaginaba un futuro siempre cambiante, distinto, desafiante”. Su idea era crear en la región del Biobío un espacio que tuviera como primer fin la aplicación del conocimiento a problemas reales de la industria. “El ingeniero sueña con eso. Con tener una solución a pequeña escala, poder probarlo en una escala mayor, descubrir los múltiples problemas que hay. Es realmente fascinante. Entonces, queríamos un centro que no fuera sólo papers, no sólo evaluaciones, sino que realmente perseguir la aplicación de soluciones tecnológicas que se desarrollan al interior de la Universidad”, cuenta el Dr. Berg. 

La empresa alemana donó los primeros equipos, que llegaron al país en diez contenedores. El centro, que comenzó con cuatro investigadores, hoy cuenta con más de 60 profesionales, convirtiéndose en un espacio interdisciplinario y diverso con cerca de 40 plantas de pilotaje de distintos procesos y proyectos en áreas tan variadas como la valorización de biomasa agrícola y forestal, la generación de nuevos productos sustentables, y el reemplazo de materias primas de origen fósil por materiales más amigables con el medio ambiente.  

“La suerte, como quiera definirse, juega un papel importante en la vida. El trabajo, sin duda, las ideas, pero también se requiere suerte para que se den las circunstancias”, subraya el Dr. Berg. “Llegué a Chile el año ‘94 o ’95, y había un ambiente tremendamente positivo, la gente estaba esperanzada. Era una época de emprendimiento en que todo el mundo trataba de hacer cosas, pero desde un punto de vista de ciencia y tecnología todavía estábamos en el inicio. Entonces, teníamos contenedores llenos de equipos, pero nada más, ¿entiendes? No había experiencia, ni ideas súper claras”. 

Puentes entre la academia y la industria

Decidir el camino hacia dónde avanzar no fue trivial. “Somos una comunidad científica muy pequeña, ¿qué podemos hacer? No podemos competir con los grandes, imposible, pero sí aliarnos, y podemos encontrar nichos donde nosotros realmente podemos hacer aportes importantes. Pero eso te lo puedo decir ahora, en ese tiempo no lo teníamos tan claro y debíamos empezar a buscar, y sobre todo, a establecer una relación con actores clave para el desarrollo científico del país”. 

Berg valora tanto los proyectos que se aprobaron como los que no vieron la luz, porque a su juicio, permitieron consolidar un equipo humano y generar confianzas en distintas esferas. “Reconozco que fue mucho más lento, fíjate, mucho más lento de lo que yo esperaba. Pensé que en cinco años iba a tener un instituto floreciente. Pero el tiempo de maduración de un instituto como el nuestro es largo. Demoras en establecer una capacidad que realmente tenga repercusión en el mercado”. 

“Esta demora, entre comillas, aun teniendo a la Universidad como aliada, se debe a que hay otras variables que no se controlan desde la Universidad, ni desde la ciencia. Tiene que ver con la cultura, con las necesidades, con imposiciones legales”. Con todo, Berg reconoce que la empresa local le abrió las puertas, y pudieron iniciar proyectos con los que empezar a tejer una relación entre la empresa y la universidad. 

S: Pese a ser pioneros en la búsqueda de valor agregado para la biomasa forestal o para subproductos de la actividad agrícola, recién en los últimos años estas temáticas se han vuelto urgencias. ¿Qué hacía falta para que estos temas avanzaran?

A: Estos son sistemas. Aquí no sirven el trabajo de personas individuales, ni siquiera de grupos de trabajo, es un sistema que tiene que funcionar. Un sistema que tiene componentes de investigación, de desarrollo tecnológico, de producción, de financiamiento, de innovaciones, etc. Por lo tanto, todo este sistema tiene que ir madurando. En los ’90, la producción masiva de productos commodities, que se exportaban a mercados internacionales, era la solución. Hoy ya no nos sirve. ¿Qué vamos a exportar? ¿Más pescado? ¿Más cobre? ¿Más biomasa? No, evidentemente que no, porque no tenemos esa posibilidad. Nuestro desafío actual es agregar valor a los productos. Y creo que los ejecutivos en las empresas están convencidos de que viene una nueva etapa en donde la investigación y el desarrollo juegan un papel importante, pero no está muy claro cómo poder hacerlo. 

S: ¿Y en qué punto de maduración está Chile en estos temas hoy?

A: Yo diría que hemos evolucionado harto. Estamos en una situación bien propicia, por diversas razones. Evidentemente, nos faltan una serie de cuestiones, entre otras financiamiento, pero no es solo dinero, no es solo dinero, claramente. Yo creo que el dinero es tan poco importante que hay que tenerlo para no preocuparse por él, ¿Me entiendes? (Se ríe y luego explica): Si tú no tienes dinero andas todo el día preocupado. Y yo pienso que el dinero debe ser superfluo, no debes preocuparte, pero para eso tienes que tenerlo. A nosotros el (fondo) Basal nos dio esa posibilidad. 

En ese sentido, el sistema de ciencia en Chile ha tenido una gran virtud, y es que no ha cambiado mucho de gobierno a gobierno, se ha mantenido una línea. Esto necesita una mirada de largo plazo, no es una cosa que se resuelva en cuatro años. Necesita una mirada mucho más estratégica, mucho más prolongada y eso afortunadamente se ha dado en Chile, lo que no es el caso en otros países.

S: ¿Hacia dónde enfocaría los esfuerzos de I+D?

A: Diría que son dos temas principales: primero la bioeconomía, cómo reemplazar materias primas fósiles, derivados del petróleo y del gas natural, que nos rodean por todas partes, por recursos renovables. ¿Qué recursos renovables? Subproductos de la actividad agrícola y forestal, y ahí tenemos una cantidad gigante de recursos en Chile, muy muy grande. No es inmediato, hay que ver cómo poder hacerlo. 

Y el segundo desafío, muy ligado con el anterior, es lo que se denomina economía circular. ¡Es un absurdo lo que ocurre hoy en día! Cada uno de nosotros en Chile produce más de 1,2 kilos de basura por día. Compramos, usamos y botamos, y por una parte no alcanzan los recursos para producir todo lo que requerimos, pero por otra la cantidad de basura que generamos es tal que, literalmente, no sabemos qué hacer con ella. 

S: ¿Cómo resumiría el aporte de UDT en estos años?

A: En Chile tenemos un sistema de investigación que está bastante bien. Es chiquitito, pero es bueno. Pero lo que nosotros producimos es fundamentalmente conocimiento, que se refleja en paper, en informes, a veces incluso patentes. Sin embargo, tenemos una debilidad muy fuerte en el escalamiento de procesos. Yo diría que en UDT fuimos los primeros que nos dedicamos concentradamente a eso. Lo que a nosotros nos falta son instituciones con las cuales poder colaborar. 

Despedida, relevo y nuevos horizontes

En una ceremonia encabezada por el Rector de la Universidad de Concepción, Dr. Carlos Saavedra Rubilar, el Dr. Alex Berg entregó la batuta al Dr. Juan Carlos Carrasco Moraga, quien asumió como Director Ejecutivo de UDT, luego de ser el jefe del Área de Medioambiente de dicha unidad. En la oportunidad, frente a autoridades universitarias, familiares y amigo, sentenció: “A la Universidad de Concepción la llevo en el corazón desde que soy estudiante, y estoy seguro de que eso no va a cambiar”.

S: Al cerrar el capítulo como director de este centro, se dedicará a su spinoff, ¿Qué viene en este nuevo periodo?

Mira, la verdad es que no quiero dejar de hacer investigación. Pero lo haré desde la vereda del frente. Lo que he hecho hasta ahora es desde el punto de vista de un oferente de soluciones tecnológicas. Ahora los desafíos son otros, no sólo la parte tecnológica, hay que ver permisos, financiamiento, personal, mercado, ver quién te va a comprar, los estándares de calidad que tienes que cumplir. Es una labor súper compleja, pero a la vez entretenida y desafiante. Y eso es lo que me llama la atención. Para mí, mantenerse activo es fundamental, no me puedo imaginar leyendo El Mercurio tres veces al día. (Ríe otra vez, pero luego agrega, más serio). UDT es mucho más que su director, es el conjunto de personas, técnicos, ingenieros, investigadores que laboran acá. Fue una época rica en experiencias, en alegrías, y también desafíos. La viví intensamente. 

Last modified: 23 de febrero de 2025
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