Por Pedro Orellana / pedorell@udec.cl
/ Imágenes: Gentileza Pedro Orellana
Portada: Anshu a · Unsplash.com
El primer caso de coronavirus detectado en Chile fue el 03 de marzo 2020. Desde ese día, su diseminación en nuestro país ha involucrado a miles de víctimas y este proceso aún no termina. “Como profesionales y académicos no podemos estar indiferentes a este fenómeno y tenemos que volcar todos nuestros esfuerzos en buscar soluciones que mitiguen las consecuencias devastadoras para el país”, expresó Pedro Orellana, arquitecto de la Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Geografía de la Universidad de Concepción.
El profesional, junto a un equipo interdisciplinario de la misma casa de estudios, trabajan en el proyecto “Cápsula de vida”, una esclusa de aislamiento de fácil adaptación dentro de un espacio pequeño, ideada para mantener en cuarentena a una persona con posible contagio por COVID-19. Esta unidad debe contener protocolos para la alimentación, uso del baño, control de salud y comunicación diaria.
El proyecto contempla diseñar y construir una cápsula que actúe en diferentes escalas de escenarios. “En una primera etapa, se busca resolver la aislación de una persona de manera segura en una vivienda con espacio interior reducido, para luego desarrollar soluciones que permitan atender la sanitización de elementos y personas en lugares públicos, como puede ser salas de clases, supermercados, o equivalentes. En ambas situaciones es necesario prever una metodología de control frente a posibles escenarios de propagación por contagio persona a persona o por contacto con objetos”, explicó Orellana. “La operación de esta cápsula posee todos los conceptos, protocolos y criterios para control de pasos, ingreso y salida de aire, salida de desechos biológicos e ingreso de alimentos, que se pueden encontrar en una sala de aislamiento de un hospital de alta complejidad, entre otros. Adicionalmente, se consideran formas de estímulos lúdicos y contactos afectivos, que invitan a la humanización en las relaciones entre quien está al interior y quienes están en el exterior”, puntualizó.
El tipo de instalación podría o no ser adaptable a otras estructuras fijas, cuyo armazón externo le confiere la rigidez suficiente para mantener la presión negativa en su interior y dispone de un sistema de filtros que permite que el aire que sale de dicha infraestructura sea limpio. El material utilizado en su fabricación permite que sea resistente a los agentes químicos desinfectantes, fácilmente lavables, higiénicas y 100% reciclables. Su objetivo primordial es aislar a los pacientes del exterior reduciendo el riesgo de contagio.
La implementación de esta “Cápsula de vida” ayudaría al control de propagación del COVID-19 en ambientes altamente vulnerables, ya sea por factor económico, por el tipo de actividad que presentan las personas, o su situación de lejanía en nuestra geografía continental e insular.
El equipo del proyecto está dirigido por el ingeniero Eduardo Burboa y codirigido por el arquitecto Pedro Orellana, y cuenta además con asesorías en diversas áreas, como el área médica, con Fabiola Arriagada y Lorena Saldía; el área Biología con Victor Campos; el área Arquitectura, con Karen Martinez y Eduardo Caprille; el área del Urbanismo, con Leonel Perez y el área industrial, con Patricio Montalbán.
“Su implementación nos permitiría establecer y mejorar la secuencia de protocolos para evitar la propagación del virus en espacios reducidos y, a futuro, el ingreso a actividades masivas, como educacionales, charlas y seminarios, entre otros, para poder retomar una nueva vida adaptándonos a esta nueva realidad de la mejor manera posible”, concluyó el codirector del proyecto, Pedro Orellana.
Más información: pedorell@udec.cl
Last modified: 19 de agosto de 2021